Lo primero que hay que entender sobre el aprendizaje auditivo es que está envuelto en un manto de mito.
A comienzos de la década de los noventa, la idea de diferentes “estilos de aprendizaje” se popularizó con el cuestionario VARK . El movimiento sugería que todos los seres humanos pueden clasificarse en una de cinco categorías: personas que aprenden visualmente, personas que aprenden auditivamente, personas que aprenden mediante la lectura/escritura o personas que aprenden por cinestesia. La tendencia se potenció. No solo sucedió que los pedagogos agregaron más categorías a la lista, sino que quienes aprendían comenzaron a identificarse con ciertos estilos, y los educadores comenzaron a enseñar siguiendo estilos específicos. Recién hace alrededor de una década se demostró el concepto de “estilos de aprendizaje”.
Aunque los estudiantes consideran que aprenden mejor con un estilo particular, no existe evidencia de que aprenden o retienen información mejor al recibir el material en el estilo elegido ¿Entonces por qué ha persistido el mito de los estilos de aprendizaje?
Aunque la investigación no avala diferentes “estilos de aprendizaje”, es obvio que los estudiantes tienen diferentes preferencias y capacidades. Si tienen una discapacidad por la que no pueden aprender física o cognitivamente con un método particular, es importante considerar modalidades alternativas.
Por eso, aunque no existe algo como “personas que aprenden auditivamente”, el aprendizaje auditivo sigue siendo una herramienta importante para cualquier educador.
El sentido del oído es un sentido poderoso que puede enriquecer nuestro aprendizaje en un gran número de formas. Como el grupo de proyectos de Eclipse Soundscapes de ARISA Lab utilizará técnicas auditivas para ayudar a los participantes a aprender sobre los eclipses, en este blog descubriremos cómo escuchamos, la fascinante relación que existe entre la audición y la memoria, y los beneficios de incorporar el sonido en la educación.
¿Qué sucede cuando oímos un sonido?
Recepción del sonido
Cuando las ondas sonoras ingresan en el oído, viajan por el conducto auditivo para hacer vibrar los tímpanos. Los huesos que se encuentran en el medio del oído amplifican esas vibraciones y hacen que el líquido dentro de la cóclea forme ondas. A su vez, eso estimula las diminutas células capilares del oído interno. Esos vellos convierten las ondas sonoras en una señal eléctrica y envían esas señales al nervio auditivo. El nervio auditivo pasa por la corteza auditiva del cerebro, ubicada en el lóbulo temporal. Nuestro cerebro luego interpreta esas señales.
Este video del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación ofrece una excelente descripción.
Percepción del sonido
La mayoría de los cerebros son adeptos a interpretar sonidos, especialmente cuando se trata del habla humana. También son muy buenos para filtrar el ruido de fondo: los sonidos que no necesitamos procesar en el momento.
La forma en que el cerebro percibe e interpreta los sonidos oídos se produce en distintos niveles.
- Parte de la percepción es reflexiva (como un sonido intenso que nos hace pegar un salto)
- Parte de la percepción seproduce en la corteza auditiva
- Parte de la percepción se produce en otras áreas del cerebro
- Cualquier parte del cerebro puede reconocer un sonido memorizado, como la risa de mamá.
- Otra parte del cerebro puede preparar una respuesta voluntaria a una pregunta.
- Y otra parte del cerebro puede tener una reacción emocional al contenido del sonido.
Este video de S. Blatrix y R. Puhol muestra cómo viaja el sonido por el conducto auditivo.
Todo esto depende del grado de alerta. Si estamos dormidos, los oídos aún están activos. El sonido puede causar un movimiento reflexivo, pero otras partes del cerebro involucradas en la percepción del sonido siguen estando inactivas.
¿Cómo aprendemos y recordamos a través del sonido?
Escuchar y recordar
Para entender cómo se aprende a través del sonido, es importante tener en cuenta la relación única que existe entre la audición y la memoria. Como sugieren Krause y White-Schwoch en Unraveling the Biology of Auditory Learning: A Cognitive-Sensorimotor-Reward Framework, “la precisión del procesamiento automático de los sonidos en el cerebro se relaciona con habilidades cognitivas tales como la atención y la memoria de trabajo”.
Los seres humanos tenemos una buena capacidad para retener una gran cantidad de información auditiva durante alrededor de 3 o 4 segundos. Durante ese lapso podemos “reproducir” el sonido en la mente. Eso se conoce como “memoria ecoica”. La repetición, o la exposición reiterada a una serie de sonidos, puede ayudarnos a codificar información en nuestra memoria a largo plazo, donde puede encontrarse posteriormente. La atención también influye: mientras que la memoria de trabajo procesa los sonidos, los oídos continúan prestando atención a todos los sonidos nuevos que se escuchan.
Según sugieren ciertas investigaciones, escuchar es un ejercicio excepcionalmente bueno para el cerebro. Los adultos mayores sufren un deterioro cognitivo rápido cuando no pueden oír bien. Por el contrario, hay estudios que indican que el entrenamiento musical puede mejorar la memoria y la expresión lingüística. La música llega a partes del cerebro encargadas de la atención, la emoción y la memoria de procedimientos. Los pacientes que padecen Alzheimer a menudo pueden recordar música del pasado, y la musicoterapia puede activarles el cerebro y mejorar la comunicación. Esa evidencia sugiere una fuerte conexión entre la música y la memoria. Esa conexión es la razón por la que uno puede seguir recordando las palabras de su canción favorita del secundario (o de esa horrible música de la publicidad de goma de mascar) años después de haberla escuchado por última vez. Si recordar es una de las claves para un aprendizaje satisfactorio, ¿es posible que las modalidades auditivas como la música nos ayuden a aprender mejor?
Un caso de aprendizaje multisensorial
La ciencia que aborda los beneficios específicos del aprendizaje auditivo aún no se libera de las limitaciones de los “estilos de aprendizaje”. No hay razón para creer que el aprendizaje auditivo, por sí solo, es más o menos eficaz que cualquier otro modo sensorial. En lugar de concentrarse exclusivamente en el aprendizaje auditivo, los educadores deberían pensar en un método multisensorial.
El cerebro humano ha evolucionado de forma única para prosperar en un entorno multisensorial. Estamos diseñados para procesar nuestro mundo a través de la vista, del sonido, del tacto, del olfato y del gusto. Un artículo conocido sobre los Beneficios del aprendizaje multisensorial” decía que “los protocolos de capacitación multisensorial pueden acercarse mejor a los entornos naturales y son más eficaces para el aprendizaje”. Se espera que al involucrar distintas áreas del cerebro, el aprendizaje multisensorial pueda ayudar a mejorar la conectividad neural.
Como manifiesta la directora de educación de ARISA Lab, MaryKay Severino, el cambio de “estilos de aprendizaje” al aprendizaje multimodal no necesariamente tiene por qué cambiar la forma de planificar actividades para los educadores. En lugar de usar actividades multisensoriales para beneficiar estilos individuales, el objetivo es usar actividades multisensoriales para beneficiar a cada persona que está aprendiendo. Según Severino, el cambio “es cómo les explicamos el aprendizaje a los que aprenden. Si un estudiante entiende que aprender con la mayor cantidad de sentidos posible lo ayudará a entender, podría haber un mayor compromiso”.
Si los estudiantes están comprometidos y los educadores fomentan la cognición, el cerebro se ocupará del resto.