¿Qué podemos aprender poniéndole el oído al cosmos?
Cualquiera que recuerde la icónica película de Ridley Scott, “Alien”, (¿quién podría olvidarla?) puede recordar el lema de “en el espacio, nadie puede escucharte gritar”. Y aunque las películas de ciencia ficción son material frecuente para el debate científico, esta afirmación es ampliamente reconocida como verdadera. Como no hay aire en el espacio, no hay nada que conduzca las ondas sonoras, entonces no hay vibraciones que el oído humano pueda percibir. Pero eso no quiere decir que sea imposible oír los sonidos del espacio. Con un poco de creatividad y mucha ingenuidad científica, los astrofísicos han desarrollado fascinantes maneras de que podamos escuchar el cosmos.
En la mayoría de los casos, el proceso de escucha solo requiere un poquito de traducción. Las ondas sonoras mecánicas quizás no puedan viajar por el espacio, pero las ondas electromagnéticas sí. Los científicos utilizan instrumentos para captar ondas de radio, microondas, rayos infrarrojos, rayos ópticos, rayos ultravioletas, rayos X y rayos gamma, luego los convierten en ondas sonoras audibles mediante un proceso conocido como sonificación.
Los investigadores de la NASA ya consideraban las posibilidades del sonido en el espacio allá por el año 1977, cuando se lanzaron las sondas Voyager. En caso de que las sondas interestelares encontraran vida extraterrestre inteligente, la NASA había colocado un “ disco de oro” a bordo de la nave espacial que llevaba marcas auditivas de vida en la tierra: las olas del océano, la canción de un ave, saludos en 55 idiomas y hasta una lista de reproducción de música multicultural de diversas épocas. Pero los científicos también pensaban en qué sonidos podrían recibir las Voyager cuando instalaron un subsistema de ondas de plasma a bordo de cada sonda.
En 2012, la Voyager 1 cruzó la frontera de la heliosfera. Poco tiempo después, envió datos asombrosos: vibraciones de plasma denso, o gas ionizado, retumbando en el espacio interestelar. Esos silbidos extraños ayudan a los científicos a aprender sobre la densidad en este espacio extraño más allá de nuestro sistema solar.
El plasma se utiliza con frecuencia como medio para que los científicos detecten sonidos del espacio. Así como las ondas sonoras pueden mover granos de arena en un plato, ondas similares pueden hacer que el plasma en el sol suba y baje. De esta manera los científicos pudieron saber que el sol en sí mismo suena como un timbre. Los telescopios como y MDI observaron movimientos en el plasma solar, y el equipo del Centro Solar de Stanford creó el proyecto Sonification of Solar Harmonics o SoSH Project para convertir estas vibraciones solares observadas en sonidos audibles.
También se colocaron instrumentos de ondas de plasma en los exploradores planetarios de la NASA, como la sonda Cassini a Saturno y la sonda Juno a Júpiter. El instrumento científico de ondas de radio y plasma de la Cassini ha captado varias señales fascinantes, como emisiones de radio de Saturno y sus lunas< y una impresionante tormenta eléctrica. La Cassini también llevaba un micrófono a bordo de la sonda Huygens que grabó sonido al descender a la luna saturnina de Titán.
La sonda Juno recopiló datos al descender a la magnetósfera de Júpiter, la estructura más grande de nuestro sistema solar. Recogió una serie de ondas electromagnéticas atrapadas en una cavidad dentro del campo magnético de Júpiter. Un par de meses después, el instrumento recibió señales de radio de las auroras intensas sumamente notorias del planeta.
No todos los sonidos capturados en el espacio son el resultado de ondas electromagnéticas. Los impactos directos pueden provocar vibraciones mecánicas que son audibles para el oído humano. Por ejemplo, cuando la Stardust-NExT se encontró con el cometa Tempel 1 en 2011, su instrumento Dust Flux Monitor registró las vibraciones de partículas de polvo que llovían a cántaros sobre la nave.
En 2019, el módulo de aterrizaje InSight colocó un sismómetro altamente sensible en Marte que captó los sonidos de temblores y vientos marcianos. Inspirada por el éxito del sismómetro, la NASA optó por enviar una serie de micrófonos a bordo del explorador Perseverance<, que aterrizó en el planeta rojo en febrero de 2021. El micrófono de entrada, descenso y aterrizaje grabó el exitoso aterrizaje de Percy, mientras que el micrófono SuperCam remite los sonidos mecánicos del explorador y de las rocas y los minerales que estudia.
Otros sonidos del espacio son sonificaciones de datos sobre la luz. Eso le ha permitido a la NASA recabar sonidos con algunos de sus telescopios más impresionantes, como el Observatorio de rayos X Chandra, el telescopio espacial Hubble y el telescopio espacial Spitzer. Estos telescopios crean imágenes mediante captura de rayos X, infrarrojos y luz óptica. A través de la sonificación, esos datos se convierten en audio, donde el tono y el volumen reflejan la concentración y la intensidad de la luz. En consecuencia, podemos oír cuerpos celestes tales como supernovas, nebulosas y hasta agujeros negros. (Por si tiene dudas, los
agujeros negros cantan en nota si bemol).
Pero, ¿por qué tomarse tanta molestia para recrear los sonidos del espacio? Las respuestas son a la vez complejas y muy simples. En el caso de los instrumentos de ondas de plasma, los científicos pueden aprender mucho sobre las interacciones y la dinámica entre los objetos de nuestro sistema solar. Los “sonidos” que provienen de estos estudios son solo un divertido efecto retardado. Y la ciencia debe ser algo divertido. Los compositores musicales, los diseñadores de videojuegos y otros creadores de multimedios han recuperado estos sonidos del espacio para todo tipo de propósitos creativos. ¿Quién puede asegurar que los datos científicos complejos no deberían estar al alcance de las masas?
La accesibilidad es otra importante pieza del rompecabezas. Herramientas tales como la sonificación amplían el campo de la astrofísica para que las personas no videntes o con una visión deficiente puedan estudiarlo y disfrutarlo. Pero además, presenta los datos en un formato multisensorial que hace que aprender sea más accesible para todos.
Escuchar con Eclipse Soundscapes
Para lograr una ciencia espacial que sea más divertida y accesible, descargue la aplicación móvil de Eclipse Soundscapes, que le permite oír (y sentir) un eclipse solar total. También puede registrarse para unirse a nuestro próximo proyecto de ciencia ciudadana Eclipse Soundscapes: Citizen Science Project, donde estudiaremos de qué manera los eclipses influyen en los paisajes sonoros aquí en el planeta Tierra. ¡Es otra manera de mantener los oídos abiertos y aprender sobre nuestro universo!